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jueves, 31 de mayo de 2012

POPULISMO 2da,. PARTE


Liberalismo, democracia y populismo

 Para dar contexto histórico al proceso político que desemboca en las primeras experiencias populistas en Latinoamérica, el científico social argentino se remonta a la Europa del siglo XIX. La génesis de este proceso la explica así:

 “A principio del siglo XIX, en Europa, liberalismo y democracia eran términos antagónicos, el liberalismo era una forma perfectamente respetable de organización política mientras que la democracia era un término peyorativo porque se la consideraba el gobierno de la turba. Después del ciclo de revoluciones y contrarrevoluciones se gesta al fin un equilibro siempre precario entre esos dos términos”.

“En América Latina el liberalismo y la democracia siempre marcharon por caminos diferentes porque el liberalismo era la forma de organización política de las oligarquías locales y la democracia era algo que no se expresaba a través de los canales liberales sino que se expresaba muchas veces a través de dictaduras militares de carácter nacionalista. Y los regímenes que eran predominantemente democráticos fueron formalmente antiliberales. Cuando la democracia empieza a surgir en América Latina es siempre rompiendo con los esquemas clientelistas del poder. En la Argentina el peronismo no fue una excepción a este proceso. Hubo muchos otros procesos en América Latina que transitaron vías similares. El Estado Novo de Vargas fue una expresión de un nacionalismo populista democrático formalmente antiliberal y antioligárquico. El peronismo de algún modo lo fue, junto con otros modelos. Cuando uno pensaba el sujeto emancipatorio a principios del siglo XX, pensaba en la clase obrera; pensaba en una simplificación de la estructura social bajo el capitalismo. Era un discurso en torno de la homogeneización y la eliminación progresiva de las diferencias. Hoy ocurre lo contrario: hay una explosión de diferencias y el problema político fundamental es cómo reunirlas en un proyecto de emancipación más global. Desde el punto de vista de la izquierda, el desafío ahora es seguir ampliando los niveles de acceso de los excluidos y, a la vez, encontrar un discurso político articulador para la enorme proliferación de diferencias”.  

“Dictaduras nacionalistas democráticas”

“Los Estados latinoamericanos eran oligárquicos-liberales y caudillistas, pero no eran en absoluto democráticos. Había un clientelismo total con las bases de sustento. El resultado fue que, como consecuencia del desarrollo económico, empiezan a surgir sectores de clase media profesional, sectores populares de distinto tipo que tienen demandas que los regímenes oligárquico-liberales son incapaces de resolver las demandas de las masas. Es ahí donde se produce un cortocircuito. En un momento las demandas van más allá de la capacidad de absorción de los sistemas liberales y entonces empiezan a cristalizar dictaduras militares nacionalistas que son profundamente democráticas. Sí, es la idea de la dictadura del pueblo. Hacia 1910 hubo grandes esfuerzos reformadores del clase media que trataban de ampliar las bases sociales del sistema. Fue el caso de Irigoyen en Argentina, Suárez Ordóñez en Uruguay, Alexandri en Chile, Madero en México, Rui Barbosa en Brasil. Pero como resultado de la crisis económica de los años treinta estos esfuerzos reformistas fracasan y el resultado es que las demandas insatisfecha se empiezan a expresar a través de regímenes que ponen en cuestión las bases de la organización liberal. En Argentina fue el peronismo, en Brasil el varguismo, el MNR en Bolivia y así por el estilo. Es decir, reformas populares democráticas pero que se desarrollan en un cuadro institucional no liberal. La tradición popular-nacional-democrática y la liberal-democrática siguieron separadas. Y yo pienso que solo en los últimos 30 años, como resultado de las dictaduras más brutales que el continente haya experimentado y que golpearon a las dos tradiciones, es que éstas tienden a converger, pues ya no son incompatibles con el funcionamiento democrático-liberal de las instituciones. El imaginario global sigue siendo popular-nacionalistas, pero las formas institucionales son perfectamente compatibles con la idea las instituciones liberal democráticas”.

Tensión creativa


En concepto de Laclau la tensión que están generando los proyectos populares en América Latina constituyen “tensiones creativas” porque dan lugar a nuevas circunstancias políticas así como a nuevas instituciones, las cuales, afirma, no son ni puede ser “neutrales”.


En el ámbito político apunta que los gobiernos populistas de izquierda o centro-izquierda en la región han contribuido a la desintegración de los sistemas tradicionales de partidos. “Los partidos de oposición de derecha se han desgranado y se quedaron sin proyecto político. La derecha en Latinoamérica se ha comenzado a organizar no a través de los partidos sino del poder mediático”.

Finalmente, insiste en que estos proyectos progresistas necesariamente chocan con las formas institucionales existentes “por lo que tendrán que cambiarlas en una u otra dirección, es lo que Gramsci llamaba guerra de posición consistente en crear nuevos complejos institucionales”.


Laclau es optimista del futuro político de América Latina. Considera que la región atraviesa por un buen momento histórico-político y concluye señalando que hoy esta región va camino a consolidarse como un país, una sola nación, como lo soñó el historiador argentino Abelardo Ramos en uno de sus libros en 1949. Tras advertir que “va haber populismo para rato”, recomienda “reconquistar nuestro pasado para construir un imaginario político nuevo”.


Por Fernando Arellano Ortiz

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