RESPUESTA DE DOS BLOGUEROS A LA COLUMNA DE AZCARATE
Las
7 ventajas de la idiotez. Homenaje a la columna de Alejandra Azcárate
Me
gustan las mentes agudas, ágiles y despiertas. No me identifican mi genética,
ni mi metabolismo sino una formación rica en referentes y diversidad de puntos
de vista, que me permiten encontrar belleza tanto en la desproporción como en
la simetría. Pero así mismo, hoy decidí alejarme de mi excluyente perspectiva
que privilegia la amplitud de miras para estrechar mi mente y analizar las
ventajas de ser ignorante. Una mujer que nace bruta o que decide ser ignorante
ha de tener ciertos puntos a su favor que deben ser resaltados y no señalados
por las sabihondas como yo.
1.
No piensan a la hora de hablar o escribir. Esa es una invaluable sensación de
libertad. No se mortifican por los comentarios adecuados para opinar, ni mucho
menos se estresan por la escogencia de los mismos. Un artículo irresponsable
sobre la gordura en una revista de cobertura nacional no es una posibilidad
absurda, al contrario, puede ser una realidad semanal.
2. Cuando hablan en la W, se sienten halagadas al ser reducidas a las tallas de
su ropa, sin reparar en la violencia simbólica ejercida sobre las mujeres por
Julito y su mesa de trabajo. Se pasan horas midiéndose opciones de prendas
porque “hay que arreglarse” para no encarar su precariedad como seres humanos.
Sus compras son eternas. ¿Qué me queda por hacer? Eso soy y dura poco.
3.
Se sienten como unas genios ya que ellas sí conocen de cerca la caballerosidad
sorda que asiente a sus mentes insulsas, con la garantía de que guarden
silencio cuando de tomar decisiones se trate. Los hombres les ceden el puesto
porque asumen que es poco precio por pasarles por encima, las miran con ternura
cuando dicen alguna estupidez, les sonríen, las saludan con palmada en la cola,
les corren la silla porque las saben inútiles, les abren la puerta del carro
para hacerles creer que sí cuentan y las morbosean porque saben que eso
satisface su vanidad, que no conoce la genuina admiración.
4. Disfrutan a plenitud la aprobación masculina. Las analfabetas funcionales
como Azcárate no generan desconfianza en los círculos de poder, por eso pueden
darles un micrófono y hacerles creer que son chistosas, lúcidas y generadoras
de opinión, porque sus jefes saben que están mentalmente incapacitadas para
ejercer la crítica. Así que además de tener grandes amigos en posiciones de
poder producen una confianza que solo es recompensada con una fachada de
respeto, que sólo a ellas las convence. No sufren el dolor de la traición ni
prueban el veneno del engaño, porque viven en el paraíso indiferenciado de la
inopia intelectual.
5.
En el sexo se desenvuelven con facilidad. Al no sentirse dueñas de su propia
sexualidad y conformarse con satisfacer a otros, se sienten seguras de ellas
mismas porque su fin último no es otro que convertirse en grandes amantes.
Siempre se entregan como si fuera la primera vez, porque le han dado al hombre
el poder de demandarles que así lo hagan. No tienen límites en su ignorancia,
no les preocupa si su cuerpo está al borde de un colapso por inanición, siempre
que tengan la certeza de que su fortaleza es generar placer. Son capaces de
llegar hasta el punto de hacerle olvidar a su pareja la sensación de estar
compartiendo su vida con una muñeca de plástico.
6. La playa o el plan de piscina no las cohíbe. Uno las ve pavoneando sus
cirugías y sus largas faenas en el gimnasio. Cacarean al lado de la piscina,
desparramando sus ridículas opiniones sin tapujos y sin miedo a la crítica,
para la desgracia de quienes tratamos de disfrutar alguna lectura a la sombra.
Pasan horas en la máquina bronceadora sin preocuparse por las horas de
inactividad mental. Con la bronceada se evidencia su ignorancia sobre los
riesgos del calentamiento global, quedan parejamente anaranjadas como si
sufrieran de ictericia y no les importa, porque, como la Azcárate, están ahora
mismo preguntándose si esa palabra designa una nueva modalidad de bronceado.
Dicen cada imbecilidad en la radio, en la televisión y hasta las publican en
Internet, frescas.
7.
Viven pendientes de los tratamientos, trucos o sistemas para alcanzar la figura
ideal, son conscientes de sus limitadas posibilidades y las asumen, se aceptan
ignorantes y subordinadas, evitando toda suerte de desafíos mentales. Así creen
amarse y están convencidas de ser amadas.
Si
resumimos, la ignorancia profunda genera libertad. Algo que pocos seres como
Alejandra Azcárate logran conocer a lo largo de su vida. Es cierto que por
momentos debe producir insatisfacción y una lucha por modificar lo existente.
Qué mejor ejemplo de ello que el dramático suicidio de su gran amiga Lina
Marulanda, la “pesadilla” que Alejandra Azcárate “no termina de entender” pero
que no le impide reproducir en sus estúpidos enunciados la misma ideología
patriarcal que llevó a su gran amiga a suicidarse. “Y así suene cruel, es la
cruda verdad.” Con la nula autorreflexión que caracteriza a las mujeres
orgullosamente brutas, Azcárate se aleja con facilidad de las presiones y
convierte su figura en su mayor factor de seguridad.
Con todo y eso, no nos digamos mentiras, es difícil ser una mujer inteligente
en Colombia. Así que no se engañen más. Dejen de pensar que Alejandra Azcárate
es chistosa. Por el contrario, Azcárate es una bully y sus comentarios sólo son
graciosos en el lamentable contexto de segregación en que vivimos los
colombianos; en el que los chistes racistas, clasistas y sexistas no reciben la
censura social que deberían. La discriminación es un crimen ¡Asúmanlo! Ojo no
con la gordura sino con la exclusión normalizada y sobre todo no olviden que
las mujeres que ven el mundo como Alejandra Azcárate generan lástima y no
admiración. Sin mencionar que la imbecilidad sólo resulta linda cuando se es
bebé.
Por
Kika y Chili