ISRAEL, PUEBLO ESCOGIDO: ¿QUIENES? ¿PARA QUE?
El termino apostasía proviene de dos palabras griegas, απο (apo), que significa algo así como “estar fuera de”, y στασις (stasis), que significa "colocarse”, “ubicarse”. La palabra original griega para apostasía es απόστασις (apóstasis), y esta tiene que ver con “estar lejos de”, y no se refiera a un simple desvío o un alejamiento de la fe y a la práctica, si no que implica un alejamiento definitivo y deliberado de alguna cosa, una renuncia de su anterior fe o creencia.
Pero dejemos a un lado y de momento estas cuestiones semánticas y técnicas, para adentrarnos el tema que nos ocupa en esta entrada.
Dentro de los tantos argumentos manidos que subyacen en la esfera emocional del movimiento sionista y de muchos judíos para justificarse a si mismos, está el de considerasen como el único pueblo escogido por Dios, y que por tanto esto les da alguna superioridad frente a otros pueblos, razas, etnias o naciones. Ahora, esta idea no solo le ha servido a los sionistas y judíos para justificar sus ofensivos propósitos, sino que también sobre ella muchos cristianos e iglesias encuentran la mejor razón para, o abiertamente justificar y aplaudir las atrocidades cometidas por el estado hebreo, o para hacerlo como decía en la anterior entrada, de manera solapada, esto es, “No estoy de acuerdo, pero al fin y al cabo, si lo hacen es porque de alguna manera u otra, es la voluntad de Dios que Israel expulse a los Palestinos y se quede con sus tierras”. En ambos casos habita la idea de que si ello es así es porque Dios en su “inescrutable sabiduría y propósito” así lo dispuso, pues Israel es el pueblo que Dios escogió.
¿Pero de qué manera se ha de entender a Israel como pueblo escogido de Dios? Veamos:
Varios textos de La Biblia, el libro sagrado de los cristianos, en su Antiguo Testamento dicen cosas como la siguiente: “Porque tú eres un pueblo santo que pertenece al Señor tu Dios; Te ha legido el Señor tu Dios para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra”. (Deuteronomio 7:6).
"Pero tú eres, mi siervo; Jacob, mi elegido, descendiente de Abraham amigo mío. te tomé de lo más remoto de la tierra, y de sus regiones más remotas te llamé diciéndote: 'Tú eres mi siervo; he elegí y no te hice a un lado (Isaías 41:8 - 9).
En verdad, tales palabras como tantas otras en la Biblia, van dirigidas a Israel, y sí, hay que decirlo abiertamente, Israel es el pueblo que Dios escogió. Más aquí la pregunta no es si fue o no fue Israel el pueblo escogido, sino ¿Quienes estaban llamados a componer a ese Israel que Dios escogió?
Según Éxodo 1: 1 y Josué 13: 6, los llamados a integrar el pueblo escogido por Dios son los descendientes de Jacob y los que mas tarde se incluyeron a el a través de la práctica de las circuncisión y la observancia de la ley.
Clave acá, es la noción de pacto, pues es el pacto de Dios con su pueblo, lo que en adelante va constituir a ese pueblo en su relación con ese Dios que los escogió. ¿Quiénes hacen parte del Israel escogido? Los que se atengan ese pacto que Dios establece (Éxodo 19: 1- 6).
Vemos entonces que la membrecía a Israel va mas allá de una mera cuestión étnica, de raza, de nación, lo cual a todas luces resulta muy simplista por lo ingenua, además de que va en contra del sentido bíblico. La desobediencia a Dios implicaba pérdida de pertenencia a ese pueblo. Por tanto, judío es quien observaba las implicaciones de dicho pacto.
Ahora, que hemos de entender por ¿”Escogido”?
El texto de Isaías 56: 7 – 8 dice: “Yo los traeré a mi santo monte y haré que sean felices en mi casa de oración. Aceptaré en mi altar sus ofrendas que deben quemarse completamente y sus sacrificios. Porque mi casa será llamada casa de oración para todos las naciones. Mensaje del Señor Dios, que reúne a los dispersos de Israel: Reuniré otros a ellos, además de los que ya he reunido.”.
Para el teólogo y erudito holandés de nacionalidad estadounidense Hans Karl LaRondelle, “el autentico sentido de Israel como pueblo escogido es el de una comunidad que adora a Yavhé en Espíritu y en verdad”.
Y es que la tradición profética estaba imbuida de ese espíritu de guiar al pueblo a ser fiel a ese Dios en la vida cotidiana y de denunciar cuando este se apartaba de dicho pacto.
Por eso es que a Israel como pueblo escogido hay que entenderlo desde sus implicaciones teológicas y no de sus características políticas o de cualquier otra índole.
Ahora, se sobreentiende entonces que no fue una elección arbitraria que suponía que a pesar de todo y por encima de todo, Dios pasaría por alto la desobediencia de Israel, sino que esa elección implicaba enmarcarse dentro del espíritu de servir a la causa al que Dios los había llamado, “caminar rectamente delante de Él”
Lo anterior implica que ser escogido pasa por manifestar en su vida como pueblo, la obediencia a ser ese pueblo especial, especial pues estaba llamado a dar testimonio de ese Dios de bienestar, justicia y paz.
¿Pero que sucedió al final de todo esto? ¿En que quedo la elección de Israel por parte de Dios?
Que Israel no supo obedecer a ese Dios, y en su lugar, quiso hacer su propia vida lejos del pacto que Dios pretendía establecer con su pueblo. Y es que palabras más, palabras menos, diríamos que el Antiguo Testamento nos narra de cómo Dios trató de acercarse y redimir a un pueblo, por medio de la observancia de la Ley (Éxodo 20: 1 - 17), de la observancia de una práctica religiosa que no estaba interiorizada en el corazón de hombres y mujeres de aquel entonces, sino que era una militancia esculpida en la fría roca (Éxodo 34: 1).
Es por tanto que aparece el Nuevo Testamento, el nuevo Pacto, el Nuevo acuerdo, no fijado ya sobre la roca, es decir, a partir de la observancia fría y rígida de lo externo, de la raza, de la etnia etc. sino a partir de la fe en Jesucristo, quien vino a dar cumplimiento a esa elección, a esa escogencia del Pueblo de Israel. ¿Como? a través de la fe y sin mediación alguna de las frías obras.
¿Entonces diremos que esa primera elección divina quedo en nada? La respuesta es no. Sencillamente, la manera de ser pueblo elegido ya no pasa por la observancia externa de la ley mosaica, sino de recibir gratuitamente el llamado de Dios a ser parte de su pueblo por medio del acto expiatorio de Cristo en la cruz. Con esto constatamos que la elección continua en firme, solo que se amplía, se extiende a todo aquel que el cualquier parte del mundo se abra a esa oferta de redención traída por Cristo (Romanos 10: 9).
No en vano la Biblia habla del “remanente fiel” que heredará los derechos y deberes del pacto. Por eso podemos afirmar que el pueblo escogido de Dios no existe al margen del Israel de Dios, sino de todo aquel, incluido los sionistas que rechaza a Cristo.
Con lo anterior se hecha por el piso entre otras cosas, las pretensiones de aquellos que afirman que a partir de la conformación de Israel como nación en 1.948, se da una irrefutable razón de que todavía es Israel el pueblo escogido por Dios, y que por tanto ellos tiene un ganado derecho bíblico sobre Palestina. Pero como ya los hemos dicho, la condición para quedarse como pueblo escogido se da a partir de una vuelta/conversión a Dios, esto es, de obedecer a su plan de redención (Deuteronomio 30: 1 - 8)
¿Pero entonces el regreso a Sion, la promesa de la tierra prometida también queda en cero?
El apóstol San Pablo en su carta a los Romanos 4: 13, dice que la promesa de una tierra, trasciende a Palestina, para tener como objeto de su cumplimiento a todo el mundo, y que dicha promesa fue dada por medio de la justicia de la fe. Y como ya hemos visto, la única manera de reclamar tal herencia, es vivir en Cristo Jesús.
Conclusión:
No es verdad que la raza, la etnia, lengua ubicación geográfica etc., determinen que Israel es el pueblo escogido de Dios, pues ser escogido por Dios implica atenerse a una llamado a ser testimonio de santidad (apartado para) y justicia en medio de los demás pueblos.
El Israel de ayer y de hoy tiene continuidad cuando se recibe por fe la oferta gratuita para entrar a ser parte del pueblo elegido por Dios para una salvación/liberación traída por Cristo, quien es el cumplimiento pleno de toda la ley, tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento (Mateo 5: 17)
A partir de Cristo, se acabaron las distinciones de edad, género, raza, etnia, condición etc., para pasar a ser uno solo en Él (Gálatas 3: 28).
Lo que sucede es que hoy día los sionistas se han apartado deliberadamente (apostatado) de la fe judía y muchísimo mas de la fe en Cristo, a la cual jamás han reconocido, para irse tras de sus perversos y oprobioso deseos de poder.
Ciertamente no niegan de labios para afuera la fe judía, ni tontos que fueran, sino que se han valido de ella cual pájaro Cuco (Los cucos ponen los huevos en los nidos de otros pájaros. Cuando nacen sus cría - tres veces más grande que los otros - los expulsa del nido o los hacen morir de hambre), para mimetizarse en la fe de un pueblo, y desde allí manipular su discurso y sus creencias, con el único propositito comenzar a perseguir, violentar expulsar y si el es caso asesinar en nombre de la fe judía, a todo aquel que no apoye sus planes maquiavélicos.
Con todo lo anterior podemos ver que como todo fanatismo, el sionismo requiere sacralizarse a si mismo para sentirse superior frente a los demás y justificar sus actos. Y para ello echa mano de un supuesto plan que fue predispuesto con mucho tiempo de antelación por Dios. Aquí estamos hablando entonces de una justificación religiosa de su manera de ser y hacer, la cual se fundamenta básicamente según ellos, en la promesa de Dios de hacerlos regresar a Sión (léase Palestina). Ahora, esta manera de ser y hacer de los sionistas y de muchos judíos en el mundo, supuestamente se corresponde con una voluntad divina, la cual escapa al ordenamiento y disposiciones humanas.
En resumidas cuentas y como diría alguien: "el movimiento sionista vive en un gueto mental".
La próxima entrada sobre Israel trataré otra de las mentiras usadas en el discurso sionista para satanizar a sus oponentes: el de acusar a sus contarios de antisemitas.
Shalom a todos ustedes.
Dentro de los tantos argumentos manidos que subyacen en la esfera emocional del movimiento sionista y de muchos judíos para justificarse a si mismos, está el de considerasen como el único pueblo escogido por Dios, y que por tanto esto les da alguna superioridad frente a otros pueblos, razas, etnias o naciones. Ahora, esta idea no solo le ha servido a los sionistas y judíos para justificar sus ofensivos propósitos, sino que también sobre ella muchos cristianos e iglesias encuentran la mejor razón para, o abiertamente justificar y aplaudir las atrocidades cometidas por el estado hebreo, o para hacerlo como decía en la anterior entrada, de manera solapada, esto es, “No estoy de acuerdo, pero al fin y al cabo, si lo hacen es porque de alguna manera u otra, es la voluntad de Dios que Israel expulse a los Palestinos y se quede con sus tierras”. En ambos casos habita la idea de que si ello es así es porque Dios en su “inescrutable sabiduría y propósito” así lo dispuso, pues Israel es el pueblo que Dios escogió.
¿Pero de qué manera se ha de entender a Israel como pueblo escogido de Dios? Veamos:
Varios textos de La Biblia, el libro sagrado de los cristianos, en su Antiguo Testamento dicen cosas como la siguiente: “Porque tú eres un pueblo santo que pertenece al Señor tu Dios; Te ha legido el Señor tu Dios para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra”. (Deuteronomio 7:6).
"Pero tú eres, mi siervo; Jacob, mi elegido, descendiente de Abraham amigo mío. te tomé de lo más remoto de la tierra, y de sus regiones más remotas te llamé diciéndote: 'Tú eres mi siervo; he elegí y no te hice a un lado (Isaías 41:8 - 9).
En verdad, tales palabras como tantas otras en la Biblia, van dirigidas a Israel, y sí, hay que decirlo abiertamente, Israel es el pueblo que Dios escogió. Más aquí la pregunta no es si fue o no fue Israel el pueblo escogido, sino ¿Quienes estaban llamados a componer a ese Israel que Dios escogió?
Según Éxodo 1: 1 y Josué 13: 6, los llamados a integrar el pueblo escogido por Dios son los descendientes de Jacob y los que mas tarde se incluyeron a el a través de la práctica de las circuncisión y la observancia de la ley.
Clave acá, es la noción de pacto, pues es el pacto de Dios con su pueblo, lo que en adelante va constituir a ese pueblo en su relación con ese Dios que los escogió. ¿Quiénes hacen parte del Israel escogido? Los que se atengan ese pacto que Dios establece (Éxodo 19: 1- 6).
Vemos entonces que la membrecía a Israel va mas allá de una mera cuestión étnica, de raza, de nación, lo cual a todas luces resulta muy simplista por lo ingenua, además de que va en contra del sentido bíblico. La desobediencia a Dios implicaba pérdida de pertenencia a ese pueblo. Por tanto, judío es quien observaba las implicaciones de dicho pacto.
Ahora, que hemos de entender por ¿”Escogido”?
El texto de Isaías 56: 7 – 8 dice: “Yo los traeré a mi santo monte y haré que sean felices en mi casa de oración. Aceptaré en mi altar sus ofrendas que deben quemarse completamente y sus sacrificios. Porque mi casa será llamada casa de oración para todos las naciones. Mensaje del Señor Dios, que reúne a los dispersos de Israel: Reuniré otros a ellos, además de los que ya he reunido.”.
Para el teólogo y erudito holandés de nacionalidad estadounidense Hans Karl LaRondelle, “el autentico sentido de Israel como pueblo escogido es el de una comunidad que adora a Yavhé en Espíritu y en verdad”.
Y es que la tradición profética estaba imbuida de ese espíritu de guiar al pueblo a ser fiel a ese Dios en la vida cotidiana y de denunciar cuando este se apartaba de dicho pacto.
Por eso es que a Israel como pueblo escogido hay que entenderlo desde sus implicaciones teológicas y no de sus características políticas o de cualquier otra índole.
Ahora, se sobreentiende entonces que no fue una elección arbitraria que suponía que a pesar de todo y por encima de todo, Dios pasaría por alto la desobediencia de Israel, sino que esa elección implicaba enmarcarse dentro del espíritu de servir a la causa al que Dios los había llamado, “caminar rectamente delante de Él”
Lo anterior implica que ser escogido pasa por manifestar en su vida como pueblo, la obediencia a ser ese pueblo especial, especial pues estaba llamado a dar testimonio de ese Dios de bienestar, justicia y paz.
¿Pero que sucedió al final de todo esto? ¿En que quedo la elección de Israel por parte de Dios?
Que Israel no supo obedecer a ese Dios, y en su lugar, quiso hacer su propia vida lejos del pacto que Dios pretendía establecer con su pueblo. Y es que palabras más, palabras menos, diríamos que el Antiguo Testamento nos narra de cómo Dios trató de acercarse y redimir a un pueblo, por medio de la observancia de la Ley (Éxodo 20: 1 - 17), de la observancia de una práctica religiosa que no estaba interiorizada en el corazón de hombres y mujeres de aquel entonces, sino que era una militancia esculpida en la fría roca (Éxodo 34: 1).
Es por tanto que aparece el Nuevo Testamento, el nuevo Pacto, el Nuevo acuerdo, no fijado ya sobre la roca, es decir, a partir de la observancia fría y rígida de lo externo, de la raza, de la etnia etc. sino a partir de la fe en Jesucristo, quien vino a dar cumplimiento a esa elección, a esa escogencia del Pueblo de Israel. ¿Como? a través de la fe y sin mediación alguna de las frías obras.
¿Entonces diremos que esa primera elección divina quedo en nada? La respuesta es no. Sencillamente, la manera de ser pueblo elegido ya no pasa por la observancia externa de la ley mosaica, sino de recibir gratuitamente el llamado de Dios a ser parte de su pueblo por medio del acto expiatorio de Cristo en la cruz. Con esto constatamos que la elección continua en firme, solo que se amplía, se extiende a todo aquel que el cualquier parte del mundo se abra a esa oferta de redención traída por Cristo (Romanos 10: 9).
No en vano la Biblia habla del “remanente fiel” que heredará los derechos y deberes del pacto. Por eso podemos afirmar que el pueblo escogido de Dios no existe al margen del Israel de Dios, sino de todo aquel, incluido los sionistas que rechaza a Cristo.
Con lo anterior se hecha por el piso entre otras cosas, las pretensiones de aquellos que afirman que a partir de la conformación de Israel como nación en 1.948, se da una irrefutable razón de que todavía es Israel el pueblo escogido por Dios, y que por tanto ellos tiene un ganado derecho bíblico sobre Palestina. Pero como ya los hemos dicho, la condición para quedarse como pueblo escogido se da a partir de una vuelta/conversión a Dios, esto es, de obedecer a su plan de redención (Deuteronomio 30: 1 - 8)
¿Pero entonces el regreso a Sion, la promesa de la tierra prometida también queda en cero?
El apóstol San Pablo en su carta a los Romanos 4: 13, dice que la promesa de una tierra, trasciende a Palestina, para tener como objeto de su cumplimiento a todo el mundo, y que dicha promesa fue dada por medio de la justicia de la fe. Y como ya hemos visto, la única manera de reclamar tal herencia, es vivir en Cristo Jesús.
Conclusión:
No es verdad que la raza, la etnia, lengua ubicación geográfica etc., determinen que Israel es el pueblo escogido de Dios, pues ser escogido por Dios implica atenerse a una llamado a ser testimonio de santidad (apartado para) y justicia en medio de los demás pueblos.
El Israel de ayer y de hoy tiene continuidad cuando se recibe por fe la oferta gratuita para entrar a ser parte del pueblo elegido por Dios para una salvación/liberación traída por Cristo, quien es el cumplimiento pleno de toda la ley, tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento (Mateo 5: 17)
A partir de Cristo, se acabaron las distinciones de edad, género, raza, etnia, condición etc., para pasar a ser uno solo en Él (Gálatas 3: 28).
Lo que sucede es que hoy día los sionistas se han apartado deliberadamente (apostatado) de la fe judía y muchísimo mas de la fe en Cristo, a la cual jamás han reconocido, para irse tras de sus perversos y oprobioso deseos de poder.
Ciertamente no niegan de labios para afuera la fe judía, ni tontos que fueran, sino que se han valido de ella cual pájaro Cuco (Los cucos ponen los huevos en los nidos de otros pájaros. Cuando nacen sus cría - tres veces más grande que los otros - los expulsa del nido o los hacen morir de hambre), para mimetizarse en la fe de un pueblo, y desde allí manipular su discurso y sus creencias, con el único propositito comenzar a perseguir, violentar expulsar y si el es caso asesinar en nombre de la fe judía, a todo aquel que no apoye sus planes maquiavélicos.
Con todo lo anterior podemos ver que como todo fanatismo, el sionismo requiere sacralizarse a si mismo para sentirse superior frente a los demás y justificar sus actos. Y para ello echa mano de un supuesto plan que fue predispuesto con mucho tiempo de antelación por Dios. Aquí estamos hablando entonces de una justificación religiosa de su manera de ser y hacer, la cual se fundamenta básicamente según ellos, en la promesa de Dios de hacerlos regresar a Sión (léase Palestina). Ahora, esta manera de ser y hacer de los sionistas y de muchos judíos en el mundo, supuestamente se corresponde con una voluntad divina, la cual escapa al ordenamiento y disposiciones humanas.
En resumidas cuentas y como diría alguien: "el movimiento sionista vive en un gueto mental".
La próxima entrada sobre Israel trataré otra de las mentiras usadas en el discurso sionista para satanizar a sus oponentes: el de acusar a sus contarios de antisemitas.
Shalom a todos ustedes.
1 comentario:
Impresionante, este articulo es simplemente fabuloso, le felicito Fabio por este excelente post, realmente me ha encantado.
Siga adelante.
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