Daniel Coronell
Hace unas semanas recibí por BlackBerry un mensaje inesperado. Era la ex directora del DAS María del Pilar Hurtado: "Daniel. Quiero tomarme un cafecito con ud. ¿Me invita?". Pasaron varios minutos antes de que me animara a contestar. Para la fecha de esa comunicación ya Martha Leal, ex directora de Operaciones, y Fernando Tabares, ex director de Inteligencia del DAS, habían confesado que mi familia y yo fuimos blanco de seguimientos ilegales por orden del gobierno. Por eso la solicitud resultaba tan extraña. Sin embargo, hice de tripas corazón y tecleé: "El sábado a las 12 en 'Noticias Uno'".
Ella me explicó que no quería dar una entrevista por consejo de su abogado y agregó: "Pero sí quisiera hablar de esto con sumercé". Algo debió notar en el tono de mis respuestas porque agregó: "Está molesto conmigo, ¿cierto?". Cuando se lo confirmé, replicó: "Lo entiendo. Por eso quiero hablar con usted. Sobre todo por lo que usted me ha brindado creyendo en mí. Gracias por oírme a pesar de lo que está pensando".
El sábado siguiente María del Pilar llegó a mi oficina. La oí sin interrumpirla por cerca de dos horas. Aseguró muchas cosas, unas cuantas eran ciertas, otras no; y todas mostraban la desesperación de una persona que se sentía abandonada.
Recuerdo perfectamente que hizo dos afirmaciones que me llamaron la atención. La primera surgió cuando le pregunté por la creación de una compañía con su apoderado, Jaime Cabrera. El 29 de diciembre pasado, ellos registraron una empresa llamada Cabrera & Hurtado Asociados SAS. Ella respondió que ante su situación económica le había pedido ayuda al entonces presidente Álvaro Uribe y este le dio instrucciones a su secretario jurídico para "llenarla de contratos", según sus palabras.
Me aseguró que Edmundo del Castillo se había saltado la orden presidencial y que, por tal razón, las únicas entidades que le habían dado los prometidos contratos eran la Superintendencia de Servicios Públicos y la Unidad de Parques Nacionales de Colombia. Y eso -según ella- porque las directoras eran amigas suyas.
También afirmó que había tenido una tensa conversación telefónica con Álvaro Uribe cuando él señaló que al "pobre Bernardo" lo querían enredar con el tema de las "chuzadas". María del Pilar asegura que le reclamó a su ex jefe porque él pensaba en todos menos en ella, a lo cual Uribe respondió que ya era hora de que pensara en pedir asilo político.
Interrumpí la narración de María del Pilar y le pregunté si era Uribe directamente la persona que había sugerido la figura del asilo, y ella me lo confirmó y añadió que si escogía esa opción, esperaba que el ex mandatario la ayudara con sus contactos a obtener ese asilo, así como Bernardo Moreno había contado con el apoyo del Partido Popular, de José María Aznar, y de varias organizaciones de la derecha ibérica para explorar esa posibilidad en España.
Cuando terminó, le pregunté por qué no consideraba la posibilidad de contarle a la justicia todo lo que sabía del DAS, y ella aseguró que ya lo había contado todo. Le insistí en que podía decir de dónde habían venido las órdenes, y guardó silencio.
Unos días después supe que el ex ministro Óscar Iván Zuluaga le había hecho una larga visita a María del Pilar en la oficina de la calle 77, que figura como dirección oficial de Cabrera y Hurtado Asociados.
El pasado fin de semana, una fuente me confirmó que ella estaba en Panamá. Recordé inmediatamente el tema del asilo y le escribí preguntándole por la razón de su viaje. Me contestó: "Atendiendo un cliente e intentando pescar otros dos. Lo noto muy dateado. Daniel, ¿me tiene chuzada?".
También recordé la estrecha amistad de Uribe con el presidente panameño, Ricardo Martinelli, así como los negocios y las frecuentes visitas a ese país de los hijos del ex presidente
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